Tiraron la moneda al aire y me tocó ser rana y no princesa.
Y agarrando esa moneda encontré mi parte de Don Juan, que se queda en nada cuando
te encuentro en mi cama, y no sé cómo mirar más allá de la luz que tu sonrisa
deja en mi cara. Ni cómo iluminar la sombra de tu adiós cuando no sé si volverá a convertirse en un hola, cómo estás.
Y realmente pienso
que duelen los besos que no quieren convertir esta rana en príncipe, o mejor
dicho, principesa. Porque dejan este cuento sin magia, de esa que brilla en la
oscuridad, con tu sonrisa. Y yo me vuelvo a mi nenúfar, con la falsa esperanza
de verte aparecer en tu caballo blanco cargada con un saco de polvo de hadas,
para que la magia no se acabe nunca, para convertirme en una princesa que nunca
vuelva a ser rana. Pero este cuento nunca acaba.
Y yo me vuelvo a mi cama, nenúfar de un estanque en el que
soy la princesa rana. Sin beso, sin caballo blanco, sin polvo de hadas, sin
magia y sin ti.
Supongo que la culpa de todo, la tiene Disney, y las
comedias románticas. Y los finales felices.
Contra todo pronóstico, se lo dedico a Marina Kahlo - Malos ratos y manías - porque sus palabras me inspiran, me conocen y me hacen ver la vida con otros ojos.
1 comentario:
La de magia que se echa a perder por besos que no llegan.
Gracias a ti por la dedicatoria, y por poner de vez en cuando tanta sensibilidad.
Ya se te echaba en falta por aquí.
Un abrazo.
Publicar un comentario